¿Y si en las Elecciones pudieras votar a Dumbledore?

No sabéis la pereza que me dan las Elecciones, de verdad que no. Y no, no es que me dé pereza la política, sino los políticos de este país. Da igual su ideología o color: a todos les queda muuucho por aprender. Por ejemplo, ¿por qué se empeñan en ignorar a las mujeres? ¿No saben que somos la mitad de los votantes? Ya es hora de cambiar las cosas, pero de cambiarlas de verdad. Por eso, me voy a presentar a las Elecciones. Lo hago porque ya es hora de que haya una mujer presidenta. Bueno, y porque Jorge me ha retado a ello. YES WE CAN!!

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Partido: Los Mágicos

Secretaria general: Lidia Baños

Áreas:
– Ministerio de la Presidencia:
Jorge Abad
– Ministerio del Interior: Hermione Granger
– Ministerio de Exteriores: Salvador Martí
– Ministerio de Educación, Cultura y Deporte: Albus Dumbledore
– Ministerio de Sanidad: Doctor Frankenstein
– Ministerio de Igualdad: Lisbeth Salander
– Ministerio de Defensa: Katniss Everdeen
– Ministerio de Justicia: Gandalf
– Ministerio de Hacienda: Carlisle Cullen
– Ministerio de Economía: Jay Gatsby
– Ministerio de Fomento: Tris Prior
– Ministerio de Empleo: Lois Lane
– Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medioambiente: Lisa Simpson

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Es para mí un honor disponer de vuestra confianza. No es fácil ser nuevo y, ni mucho menos, nueva. Pero aquí estoy o, mejor dicho, aquí estamos. Somos Los Mágicos y vamos a dar mucho de qué hablar. Porque la política necesita magia y eso es lo que proponemos.

¿Hace cuánto no sentís la magia de ir a trabajar en un transporte público de calidad? De hecho, muchos de vosotros apenas recordáis la magia de tener un trabajo. La magia de disfrutar de vuestros derechos, de cada uno de ellos. La magia de ver las salas de cine llenas y de no endeudarnos cada vez que visitamos un museo. La magia de una sanidad pública y cuidada, de una enseñanza excelente y de unos maestros valorados por la sociedad. La magia de la ciencia y la magia de la cultura. La magia de la paz y de la solidaridad, de calles sin pobreza y de ancianos queridos y acompañados. La magia de la integración, de cuidar a los que llegan a nuestro país con ilusión. La magia de la igualdad, de mujeres libres y sin miedo que alzan la voz y son escuchadas. La magia de una nueva sociedad, una sociedad solidaria, completa y feliz. Sobre todo, feliz.

Y tú… ¿sientes la magia?

varitas al cielo magia
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Vale, vale, podéis reíros. Pero que conste que he escrito este discurso con ilusión. Si queréis un gobierno con Dumbledore (‘Harry Potter’), Katniss Everdeen (‘Los juegos del hambre’) y, por supuesto, Jorge y yo, ya sabéis lo que hacer. #VOTALOSMÁGICOS

Bueno, Jorge, ahora soy yo (*la que sigue aquí*) la que tiene que retarte. Todos sabemos que tu máxima señal de identidad es tu barba y que sin ella te sientes desnudo. O, al menos, esa es la sensación que nos da cuando nos enseñas fotos antiguas de cuando eras barbilampiño. Y es que, vamos a ser claros… sin barba aparentas menos que Errejón. Pero resulta que te invitan a una fiesta y el código establece que NO se puede llevar barba. ¿Lograrás convencerles de que te dejen pasar sin afeitarte? Venga, cuéntales por qué tu barba es necesaria y por qué una aparición pública sin ella puede destrozar tu carrera. Y no vale decir “Pues no voy a la fiesta si discriminan a mi barba. Me quedo viendo ‘El tiempo entre costuras’ y que les den a todos”, ya que la fiesta tiene lugar el 27 de junio y ya sabes lo que ese día pasa… A menos, claro, de que quieras romperle el corazón a alguien. L

Lidia

Flipo mazo con el Prado

Tras un mes de continuo sufrimiento, búsqueda de uno mismo, o vete tú a saber qué he hecho, ¡VOLVEMOS a publicar! Y aunque Lidia me dio a elegir dos opciones a cuál más interesante en su pasado reto, me he tenido que decantar por la segunda. Y  es que la figura del adolescente al que aleatoriamente llamaremos David, no podía pasarse por alto. Esos jóvenes que golpean las barras del Metro con sus manos con uñas desgastadas, pantalones de chándal y el culo pa’ fuera. Sí, existen. Y todos los conocemos. Y si no, montad en la línea 10 de Metro cuando juegue el Madrid.

Pues bien, aquí os presento la increíble historia de cuando David visitó el Museo del Prado:

Aquella tarde, Adriana me tenía una sorpresa preparada. Yo me había llevado ya puesta la camiseta de mi equipo, el Real Madrid, como no podía ser de otra manera, porque luego iba a ir al Bernabéu a ver el partido con la chavalada. En verdad, no creí que me fuese a llevar a ningún sitio especial.

Adriana y yo solo llevábamos unos meses. Nos conocemos de siempre del instituto, pero no vamos a la misma clase. Ella está en segundo de bachillerato de Humanidades, y yo repetí primero de Sociales (desde aquí aprovecho para mandar un saludito al Mortadelo, que me suspendió en junio. Es un cabrón, pero al final se le coge cariño en verdad). Pero Adriana siempre me ha gustado. No solo está buenísima, sino que encima es mazo de lista y me ayuda con sintaxis. Creo que la quiero de verdad.

Pues bien, yo pensando que me iba a llevar al Burger King, cuando de repente nos plantamos en la cola del Museo del Prado. “Vamos, no me jodas”, le dije. Pero ella se empeñó en que me iba a gustar, que ella me invitaba.

Cuando entramos, olía mazo como cuando abro el baúl que mi abuela tiene en el pueblo. Pero flipas lo que olía, chaval. Pero bueno, la verdad es que se me olvidó pronto el olor, porque Adri no paraba de contarme cosas sobre los cuadros que no sé si entendía muy bien porque no estaba prestando mucha atención.

“Tú, ¡vaya tetas!, ¿no?” exclamé irónicamente entre risas cuando de repente vi un gran cuadro frente a mí. “Es la maja desnuda, de Goya. Si seguimos por aquí, la tienes vestida también”, me contestó. Yo pensé que el Goya este sería un pajillero o algo, pero en verdad me estaba gustando. Luego fuimos a ver cosas del Velázquez ese, el de las Meninas. Al principio me quise hacer el pasota, pero en verdad luego empecé a flipar bastante con la historia de Las Hilanderas. “Tú, pero ¿y se disfrazó de vieja? ¡Qué loca, chaval!”. Con la mirada empecé a pedirle que me contara más. “A ver, que a mí en verdad esto  me la suda, pero ya que estoy aquí…”, pensaba.

Cuando llegamos a Van der Weyden y el “Descendimiento de la cruz” ya sí que no pude ocultarlo. ¡Las lágrimas parecían de verdad! Me quedé parado, en silencio, y miré cada detalle de la obra. No sé dónde estaba Adri, pero ahora no necesitaba sus explicaciones. Solo quería mirar y disfrutar de lo que tenía delante, y eso que esta vez no era la Play. Cuando volví a la realidad, Adri estaba detrás de mí, riéndose con el móvil en la mano. “Tú, no te rayes. Borra la foto que me has hecho”, le dije. Ella no me dejó coger el móvil, pero me dijo que en la foto tenía que ver mi cara a punto de llorar, emocionado y empanado a partes iguales. Traté de negarlo, pero fue inútil.

“Pues a ver, ha estado bien, pero no es lo mío” confesé cuando salimos. “Y el Thyssen ese, entonces, ¿qué es?”, pregunté después. Me va a llevar el próximo sábado.

El arte es irresistible para todos. Hasta para los que van de duros.

Y ahora, por fin, vuelvo a encomendarte, querida Lidia, nuevos retos a los que enfrentarte. Y es que la próxima semana, por desgracia para todos, tenemos que elegir (a ver si esta vez se puede) al nuevo presidente del Gobierno. Pero mira, yo es que no sé a quién votar. No me gusta ninguno, a todos les falta algo y todos tienen algo que no me termina de convencer. Yo… yo es que creo que si tú te presentases, te votaría a ti. ¿Por qué no nos cuentas tu programa electoral? Trata de captar votantes con un discurso potente e ilimitado en el que, incluyendo un eslogan de campaña, nombre de partido y posibles miembros del mismo (políticos que cogerías de otros partidos, personajes famosos, ¡vale todo!), nos conquistes y hagamos que te votemos.

#LidiaForPresident.

Jorge.