Tras un mes de continuo sufrimiento, búsqueda de uno mismo, o vete tú a saber qué he hecho, ¡VOLVEMOS a publicar! Y aunque Lidia me dio a elegir dos opciones a cuál más interesante en su pasado reto, me he tenido que decantar por la segunda. Y es que la figura del adolescente al que aleatoriamente llamaremos David, no podía pasarse por alto. Esos jóvenes que golpean las barras del Metro con sus manos con uñas desgastadas, pantalones de chándal y el culo pa’ fuera. Sí, existen. Y todos los conocemos. Y si no, montad en la línea 10 de Metro cuando juegue el Madrid.
Pues bien, aquí os presento la increíble historia de cuando David visitó el Museo del Prado:
Aquella tarde, Adriana me tenía una sorpresa preparada. Yo me había llevado ya puesta la camiseta de mi equipo, el Real Madrid, como no podía ser de otra manera, porque luego iba a ir al Bernabéu a ver el partido con la chavalada. En verdad, no creí que me fuese a llevar a ningún sitio especial.
Adriana y yo solo llevábamos unos meses. Nos conocemos de siempre del instituto, pero no vamos a la misma clase. Ella está en segundo de bachillerato de Humanidades, y yo repetí primero de Sociales (desde aquí aprovecho para mandar un saludito al Mortadelo, que me suspendió en junio. Es un cabrón, pero al final se le coge cariño en verdad). Pero Adriana siempre me ha gustado. No solo está buenísima, sino que encima es mazo de lista y me ayuda con sintaxis. Creo que la quiero de verdad.
Pues bien, yo pensando que me iba a llevar al Burger King, cuando de repente nos plantamos en la cola del Museo del Prado. “Vamos, no me jodas”, le dije. Pero ella se empeñó en que me iba a gustar, que ella me invitaba.
Cuando entramos, olía mazo como cuando abro el baúl que mi abuela tiene en el pueblo. Pero flipas lo que olía, chaval. Pero bueno, la verdad es que se me olvidó pronto el olor, porque Adri no paraba de contarme cosas sobre los cuadros que no sé si entendía muy bien porque no estaba prestando mucha atención.
“Tú, ¡vaya tetas!, ¿no?” exclamé irónicamente entre risas cuando de repente vi un gran cuadro frente a mí. “Es la maja desnuda, de Goya. Si seguimos por aquí, la tienes vestida también”, me contestó. Yo pensé que el Goya este sería un pajillero o algo, pero en verdad me estaba gustando. Luego fuimos a ver cosas del Velázquez ese, el de las Meninas. Al principio me quise hacer el pasota, pero en verdad luego empecé a flipar bastante con la historia de Las Hilanderas. “Tú, pero ¿y se disfrazó de vieja? ¡Qué loca, chaval!”. Con la mirada empecé a pedirle que me contara más. “A ver, que a mí en verdad esto me la suda, pero ya que estoy aquí…”, pensaba.
Cuando llegamos a Van der Weyden y el “Descendimiento de la cruz” ya sí que no pude ocultarlo. ¡Las lágrimas parecían de verdad! Me quedé parado, en silencio, y miré cada detalle de la obra. No sé dónde estaba Adri, pero ahora no necesitaba sus explicaciones. Solo quería mirar y disfrutar de lo que tenía delante, y eso que esta vez no era la Play. Cuando volví a la realidad, Adri estaba detrás de mí, riéndose con el móvil en la mano. “Tú, no te rayes. Borra la foto que me has hecho”, le dije. Ella no me dejó coger el móvil, pero me dijo que en la foto tenía que ver mi cara a punto de llorar, emocionado y empanado a partes iguales. Traté de negarlo, pero fue inútil.
“Pues a ver, ha estado bien, pero no es lo mío” confesé cuando salimos. “Y el Thyssen ese, entonces, ¿qué es?”, pregunté después. Me va a llevar el próximo sábado.
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El arte es irresistible para todos. Hasta para los que van de duros.
Y ahora, por fin, vuelvo a encomendarte, querida Lidia, nuevos retos a los que enfrentarte. Y es que la próxima semana, por desgracia para todos, tenemos que elegir (a ver si esta vez se puede) al nuevo presidente del Gobierno. Pero mira, yo es que no sé a quién votar. No me gusta ninguno, a todos les falta algo y todos tienen algo que no me termina de convencer. Yo… yo es que creo que si tú te presentases, te votaría a ti. ¿Por qué no nos cuentas tu programa electoral? Trata de captar votantes con un discurso potente e ilimitado en el que, incluyendo un eslogan de campaña, nombre de partido y posibles miembros del mismo (políticos que cogerías de otros partidos, personajes famosos, ¡vale todo!), nos conquistes y hagamos que te votemos.
#LidiaForPresident.
Jorge.